sábado, 12 de agosto de 2006

MI DIARIO : ME PASÓ A MI ... ¿Y SI TE HUBIERA PASADO A TI?



Hoy me levanté muy tempranito con el objetivo de hacer los bocadillos para ir a la playita con mi mujer. Como no teníamos ganas de rodar mucho con el coche, decidimos ir a la playa que más cerca nos quedaba, "Las Teresitas", a la que por cierto casi nunca solemos ir porque hay mucha gente. Hoy era domingo y no caímos en la cuenta. Los domingos está más a reventar que nunca. Cuando llegamos a las inmediaciones de la playa, ésta estaba colapsada por los coches y no había aparcamientos. Con el correspondiente malestar optamos por irnos a otra playa que por el camino decidiríamos, no antes de estar a punto de atropellar a un grupo de seis o siete bolivianos que intentaban cruzar para acceder a la playa, !qué susto! Mientras oíamos a Shakira en la radio del coche y tras dejar atrás la playa de "Las Teresitas", decidimos ir a los Cristianos (al sur de la isla, en el municipio de Arona, donde se concentran todos los turistas -más de 5 millones de turistas nos visitan al año-) porque sin duda era garantía de sol y "aparcamiento".
Efectivamente, una vez aterrizados en los Cristianos encontramos aparcamiento y con la misma nuestros bellos torsos semidesnudos se mezclaron con la arena de la playa de "Las Vistas". Como queríamos tener un guapo bronceado, cercano al color "latino/a" , dejamos los enseres, la botella de agua y la cartera en el bolso playero, debajo de la sombrilla, y nos desplazamos unos metros fuera de todo obstaculo para que el dios Sol nos achicharrara la piel. Como la bolsa estaba a unos metros de donde estaban posicionados nuestros sensuales cuerpos, de vez en cuando echabamos una miradita, no fuera a ser que alguien amante de los ajeno sustrajera nuestro bolso con los suculentos bocadillos de mortadela y mi cartera. La pereza, unida al deseo de que la botella de agua se mantuviese fresca debajo de la sombrilla, provocó que de vez en cuando nuestra desconfianza hiciera de las suyas y que toda persona que se acercaba al bolso resultase más o menos sospechosa.
Así las cosas, se acercó a las inmediaciones un "moro" vendiendo cocacolas y agua. ¡Alerta, no vaya a ser un trabajo tapadera para sustraernos el bolso! Más tarde, deambuló por los alrededores un "guiri" (extranjero-comunitario) con no muy buenas pintas que se sentó en una hamaca próxima al teroso. Mi mirada desafiante desmotivó las presuntas intenciones ( eso creía mi mente achicharrada por el sol radiante). En otro momento se acercó otro sospechoso, esta vez era un canario, las pintas le delataban: moreno de sol, tatuaje de henna, pendiente y collar de oro y bañador a la última. Sus gestos y maneras desafiantes me hicieron desconfiar del personaje. Hubo momentos de relajación y disfrute, pero lo peor estaba por llegar.
Una vez decididos a irnos pues ya teníamos el color "indígena", cuando recogíamos las toallas, descubrimos para nuestro disgusto que nos habían robado la cartera. Tras unos minutos de busqueda de la misma por si se nos había caído entre la arena y la hamaca, nuestras mentes empezaron a retroceder en el tiempo y empezamos a buscar sospechosos. Mi mujer sostenía que había sido el "moro" . A mí me costaba creerlo, me decantaba por el extracomunitario o el canario, sobre todo porque al "moro" lo vigilé como a mi sombra, pero cierta fama y el ímpetu de mi mujer por señalar como culpable al mismo... hicieron que al final el principal sospechoso fuese el "moro". Corrimos en busca de la autoridad policial. El policía nos explicó que nada se podía hacer, aunque le dijésemos el posible ladrón y lo describiésemos. El policía nos dijo que si no lo habíamos visto realizar el robo "in fraganti", no se le podía acusar así porque sí, no obstante nos dijo que nos dirigiéramos a la comisaría de las Americas para presentar la preceptiva denuncia.
Con prisas, acudimos a la comisaría. En la comisaría nos estaba esperando una joven policía que nos recibió muy amablemete. Nos dijo que si queríamos presentar la denuncia tendríamos que esperar dos o tres horas porque en ese momento los dos funcionarios que recogían las denuncias estaban realizando declaraciones a una "patera" ( ¿a una patera?, será a un grupo de inmigrantes que vino en Cayuco). Me daba a mí que la amable funcionaria era nueva, hecho que más tarde pude confirmar. Como tengo un poco de idea, pues soy un "picapleitos", le dije a la funcionaria si podía hacer la denuncia por teléfono, ella no lo sabía y le preguntó al compañero que estaba atendiendo a los inmigrantes, éste asintió. Mientras yo presentaba la denuncia por telefono vía Madrid, mi mujer discernía con la funcionaria sobre lo sucedido. Mi mujer le explicó que posiblemente el autor del robo había sido el "moro". La funcionaria se mostró sorprendida, y le explicó que la mayoría de los robos de carteras en la playa eran obra de canarios, españoles e incluso extranjeros comunitarios, y que los moros se limitaban a trabajar, a excepción de alguno que otro. Primera sorpresa, el sospechoso número uno se había desvanecido. La funcionaria nos comentó el último robo denunciado. La víctima era un inspector de policia italiano. Un canario le había robado la cartera y la placa de policía. ¡Qué fuerte! En ese mismo momento entró otro señor con acento uruguayo y le dijo a la muchacha policía que su mujer había desaparecido hacía más de cuarenta y ocho horas. Aquélla automáticamente le dijo que viniera dentro de dos horas o tres porque estaban atendiendo a una patera (la funcionaria se volvió a olvidar de la denuncia por teléfono). Como no era cuestión de poner en entredicho el trabajo de la funcionaria y dado que la cara del señor uruguayo era de resignación, ni me inmuté. El policía que estaba al otro lado del teléfono me pedía los datos y objetos robados y me suplicaba que le prestara atención, y es que lo que estaba viviendo era tan surealista que me confundía al darle los datos porque mi atención seguía puesta en la cara del uruguayo, la de mi mujer y la de la mujer policía. Tras acabar de presentar la denuncia telefónica mi interlocutor policía me dijo que apuntara el numero de referencia de la denuncia y que ya me diría la compañera de la comisaría lo que tenía que hacer. ¡NO....! Me colgó. Le dije a la funcionaria que ya había puesto la denuncia y le pregunté cúal era el siguiente paso. Ella me explicó que una vez acabaran con la patera, imprimiríamos la denuncia y yo la firmaría, y volvió a repetir que viniésemos dentro de dos horas. Extrañado y con dudas ( ¿entonces para que hice la denuncia por teléfono?), le dije a mi mujer que nos retirásemos del mostrador para reflexionar y dejar paso a otro chico que venía a ratificar y firmar una denuncia que había hecho por teléfono.
Salimos de la comisaría y llegamos a la conclusión, mientras nos tomabamos unos helados (la carterita de mi mujer no la habían robado porque la lleva siempre pegada al cuerpo), de que la denuncia por teléfono se podía ratificar y firmar en cualquier comisaria en un plazo prudencial. A la media hora regresamos a la comisaría y nos encontramos con la mujer policia y un compañero sentados detrás del mostrador. Les preguntamos si podíamos firmar la denuncia en otra comisaria otro día, y el policía (compañero de la mujer poli) nos dijo que claro, que en setenta y dos horas podíamos ratificar y firmar la denuncia en cualquier otra comisaría de la isla, y que posiblemente la cartera con la documentación la podríamos encontrar al día siguiente en la oficina de objetos perdidos del municipio. ¡Increible, una gestión que se podía haber hecho en quince minutos había supuesto una hora y media!
Incrédulos y con la mosca detrás de la oreja nos marchamos para casa. Mientras, en el coche ibamos reflexionado sobre lo sucedido y las molestias que me iba a suponer tener que renovar toda la documentación si la cartera no aparecía. Seguíamos dando vueltas a quién podía habernos robado la cartera y en qué momento. Nuestros subconscientes señalaban al "moro" como el máximo sospechoso, a pesar de que la mujer policia recalcó que no solían ser los moros quienes robaban las carteras. Cuando entramos en casa cúal fue nuestra sorpresa... la cartera nos sonreía traviesa desde la mesilla del salón. No me la había llevado de excursión. Mi mujer: "Cómo no me lo imaginé... con lo despistado que tú eres."

REFLEXION Y MORALEJA: Si me ocurrió a mí, que soy una persona que trabajo con inmigrantes y que tengo cierta sensibilidad, y que a pesar de ello soy capaz de seguir teniendo prejuicios sobre las personas inmigrantes..., qué pasaría si esto le ocurriese a una persona desinformada y sin sensibilidad.

DESMONTANDO ALGUNAS FRASES...
"La playa está llena porque nos invaden los inmigrantes". NO, la playa sigue igual de llena que hace veinte años y más un domingo, lo que no puede ser es ir a la playa en coche cuando tenemos guagua y somos dos personas.... Antes ibamos en el coche de la tía pepi toda la familia, ahora pepi va con su pedazo furgona y los niños van con las novias en coche o en moto squad. Los bolivianos seguro que vinieron caminando o en guagua.
"Los moros son unos ladronzuelos y vienen a delinquir". NO, según la policia el mayor índice de delitos los cometen los autóctonos.
"Las pateras colapsan los servicios públicos". NO, los servicios públicos se colapsan porque no ponen más medios y profesionales preparados.
REFLEXIÓN: No le echemos la culpa de nuestra inoperancia, empezando por la mía, a los inmigrantes, que gracias a ellos trabajo yo, trabaja la mujer policia de refuerzo y el dueño del hotel tiene más ganancias.

Este relato parece de ficción pero es verídico...... y como no empecemos a sensibilizar a la población y a profesionalizarnos sobre el tema se pueden dar muchas situaciones como ésta.

Agur .
Roberto García Fernández " el despitado"

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