viernes, 27 de junio de 2008

HUMANOS Y MERCANCIA, ¿ NO SOMOS YA LO MISMO? . ARTÍCULO DE OPINIÓN DE ELOY CUADRA PEDRINI

ELOY CUADRA PEDRINI
Humanos y mercancía, ¿no somos ya lo mismo?




Cabría preguntárselo después de ver cómo aceptamos impasibles la Directiva Europea de Retorno de inmigrantes, firmada hace unos días por los países de la Unión, y que entre otras cosas permite que un inmigrante "sin papeles" sea devuelto al desierto de un tercer país que no es el suyo, o sea encerrado hasta 18 meses sin haber cometido ningún delito, o que su destino sea decidido por un administrativo cualquiera, o que un niño inmigrante pueda ir a parar a un CIE o pueda ser devuelto a un tercer país fuera de Europa sin padres ni familia que se haga cargo, cuando es -no lo olviden-… ¡un niño!

No hay duda, el hombre-cosa ’sin papeles’ de hoy es material que debe ser desechado de Europa a toda costa. Tenemos la crisis aquí, ahora todo lo que crece es malo (el euribor, el precio del petróleo, la cesta de la compra, el paro, la inseguridad, el miedo, etc.) y alguien tiene que pagar por todos, en este caso, el eslabón más débil, ellos son el chivo expiatorio que cargará con la culpa y apaciguará el miedo del hombre-cosa europeo. Curioso porque durante años el hombre-cosa irregular fue objeto muy preciado por aquí, sobre todo a ojos de los empresarios, eran un elemento de producción barata y rentable, parte imprescindible de la cadena de mercado, culpables del despegue económico de más de un país del viejo continente. Cierto es que ya entonces molestaban a más de uno, aunque, únicamente por ser diferentes, porque más allá de ese detalle no había motivos para quejarse de ellos.

Hasta hace poco no entendía por qué los vemos como mercancías (ahora sí me sirves y te utilizo; ahora no y te tiro a la basura) en lugar de verlos cómo seres humanos que son, y sufren y sienten y necesitan de nuestra ayuda. Hoy, lo tengo bastante claro: el hombre-cosa europeo no puede ver en un inmigrante africano a un ser humano, entre otros motivos porque en su mirada apenas quedan ya rastros de una mirada auténticamente ’humana’

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