"Los inmigrantes soportan, pero no olvidan"
Público, HASSAN ARABI*, 2009-09-17
El cambio de nombre del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales por Ministerio de Trabajo e Inmigración y la manera de aparcar a Jesús Caldera de esta cartera fue una maniobra intencionada mediante la cual el Ejecutivo dio un giro inesperado en contra de su discurso en materia de inmigración. La llegada del ministro Celestino Corbacho representa el inicio de otra era totalmente distinta en la gestión de la inmigración en España. La mano dura contra la inmigración ilegal, el voto de los socialistas a favor de la llamada “directiva de la vergüenza”, la aprobación del plan de retorno voluntario, las redadas policiales y ahora la reforma de la Ley de Extranjería que criminaliza a los irregulares y penaliza a los que les ayudan a sobrevivir son medidas que demuestran la poca sensibilidad de este Gobierno ante el fenómeno migratorio.
Todos sabemos que la gestión de la inmigración es un tema complicado, sobre todo en tiempos de crisis. Aceptar al otro cuando la economía no funciona al ritmo deseado es el reto de este Gobierno, que debe regir sus intervenciones por la ética del sentido común y no por su ciego pragmatismo de corta duración. Le recordamos que los inmigrantes no han causado esta crisis, al contrario, son los que más la sufren. Son los primeros que se van a la calle cuando las empresas liquidan a su personal y son los últimos que se enganchan cuando la economía empieza a recuperarse, amén de las vejaciones y síndromes de Ulises.
Arrimarse a Coalición Canaria y a Convergència i Unió para sacar adelante esta ley no es buen negocio para los socialistas: muchos inmigrantes ya son ciudadanos de este país y otros están en el camino de serlo, lo que significa que pueden decidir en las urnas el día de mañana y no quieren que se les engañe ni que se les utilice por intereses políticos. Dicho de otra forma, los inmigrantes soportan pero no olvidan, sobre todo porque no son tontos.
Público, HASSAN ARABI*, 2009-09-17
El cambio de nombre del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales por Ministerio de Trabajo e Inmigración y la manera de aparcar a Jesús Caldera de esta cartera fue una maniobra intencionada mediante la cual el Ejecutivo dio un giro inesperado en contra de su discurso en materia de inmigración. La llegada del ministro Celestino Corbacho representa el inicio de otra era totalmente distinta en la gestión de la inmigración en España. La mano dura contra la inmigración ilegal, el voto de los socialistas a favor de la llamada “directiva de la vergüenza”, la aprobación del plan de retorno voluntario, las redadas policiales y ahora la reforma de la Ley de Extranjería que criminaliza a los irregulares y penaliza a los que les ayudan a sobrevivir son medidas que demuestran la poca sensibilidad de este Gobierno ante el fenómeno migratorio.
Todos sabemos que la gestión de la inmigración es un tema complicado, sobre todo en tiempos de crisis. Aceptar al otro cuando la economía no funciona al ritmo deseado es el reto de este Gobierno, que debe regir sus intervenciones por la ética del sentido común y no por su ciego pragmatismo de corta duración. Le recordamos que los inmigrantes no han causado esta crisis, al contrario, son los que más la sufren. Son los primeros que se van a la calle cuando las empresas liquidan a su personal y son los últimos que se enganchan cuando la economía empieza a recuperarse, amén de las vejaciones y síndromes de Ulises.
Arrimarse a Coalición Canaria y a Convergència i Unió para sacar adelante esta ley no es buen negocio para los socialistas: muchos inmigrantes ya son ciudadanos de este país y otros están en el camino de serlo, lo que significa que pueden decidir en las urnas el día de mañana y no quieren que se les engañe ni que se les utilice por intereses políticos. Dicho de otra forma, los inmigrantes soportan pero no olvidan, sobre todo porque no son tontos.
*Escritor y presidente de la Asociación Solidaria para la Integración Laboral del Inmigrante (ASISI)
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