REPORTAJE
Regreso a El Ejido
JESÚS RODRÍGUEZ 19/10/2008
Ésta es la historia de una comarca que ganó la batalla a la miseria, pero perdió la de la integración de los inmigrantes. Ocho años después de la revuelta racista de 2000, nada se ha hecho por tender puentes entre las comunidades. Muchos temen un estallido con el telón de fondo de la crisis.
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No todos pensaban igual. Por aquel entonces, el alcalde del PP, Juan Enciso, lanzó su tremenda declaración de guerra: "A las ocho de la mañana, todos los inmigrantes son pocos. A las ocho de la noche, sobran todos". En 2000 ardió El Ejido. Explotó el conflicto racista. La caza del moro. Ocho años después, las heridas permanecen abiertas. Y vigentes las raíces del problema. No se ha hecho nada desde la Administración por tender puentes entre las comunidades. Algunos hablan de bomba de relojería. Y aún más en tiempos de crisis económica.
La mayor crítica que se pueda hacer a los habitantes del poniente almeriense es haber mantenido a los inmigrantes al margen de los beneficios de la agricultura del plástico. Todos los vecinos han progresado en estos 30 años; no así los trabajadores extranjeros. Un ejemplo, Nureazddine, que llegó a Almería como marroquí hace 20 años; ya es español. Y para demostrarlo no deja de manosear el DNI durante la entrevista. Puede votar, pero sigue trabajando como jornalero en los invernaderos por 800 euros al mes. Él no ha avanzado un centímetro. Está donde estaba. Tiene tres hijos. Roza los 60. Su mujer, marroquí, no consigue los papeles. Viven en un desvencijado cortijillo a las afueras de Vícar por el que paga una hipoteca de 530 euros. Su aspecto es el de un mendigo. Es español. No entiende nada.
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