EL ZOO DEL SIGLO XXI / VARSHA SABHNANI / Esta mujer india, que acaba de ser condenada en EEUU por esclavitud, obligaba a sus criadas a comer su propio vómito
La millonaria de las tinieblas
La millonaria de las tinieblas
El Mundo, EMILIA LANDALUCE, 2008-07-30
Ann Coulter, la periodista conservadora más amada – y a la vez denostada – de EEUU suele decir que los únicos que defienden hacer la vista gorda con la inmigración ilegal, «son aquellos millonarios que quieren esclavos baratos para que les limpien sus casas».
Este parece ser el caso de Varsha Sabhnani, una mujer de 46 años que el pasado jueves fue condenada a pagar un millón de dólares de indemnización a sus víctimas – además de a 11 años de prisión – por esclavizar y ocultar en su mansión de Long Island a dos inmigrantes ilegales de origen indonesio a quienes hacía trabajar «22 horas diarias», mientras les sometía a todo tipo de fustigaciones y torturas.
Según declararon las propias esclavas en el proceso judicial, a la cruel domina no le faltaba sutileza oriental a la hora de idear martirios: palizas con palos de escoba y… paraguas, punciones con limas y alfileres, duchas de agua helada, subir y bajar escaleras de rodillas durante horas…
Incluso en una ocasión, como relató Samirah, una de las modernas espartacas, «la señora» le hizo presentarse «desnuda en la cocina» y comer guindillas picantes hasta que regurgitó. «Luego me hizo comer el vómito».
Pero por lo menos aquel día comió porque normalmente, la joven se alimentaba de los restos que escamoteaba del cubo de la basura: «Simplemente no me daban nada de comer». El ama Varsha está casada con Mehender Sabhnani, de 51 años y también condenado por complicidad con su cónyuge. Ambos, de origen indio, son los dueños de Royal Mirage, una próspera firma cosmética presente en 32 países a fuerza de vender lujo y exotismo oriental.
Compró – o mejor dicho alquiló – a la virtuosa Samirah y a su compañera Enung en torno a 2005, cuando, en un viaje a Indonesia, ofreció a sus familias 100 dólares (63 euros) mensuales.
Prometió que las cuidaría y, que en el país de las oportunidades no les faltaría de nada. Pero EEUU no resulto ser la tierra prometida. A falta del divino maná, las dos mujeres no recibían un sólo céntimo y el único bien que poseían eran las esterillas sobre las que dormían en la cocina.
Aguantaron hasta 2007. Un día, Samirah, menos sumisa que Enung, se libró de sus cadenas y, como en el mito platónico – no en vano lo que realmente perseguía era un buen plato de comida para librarse de la sinfonía de borborigmos – , acudió en busca de la libertad.
Haraposa y desvalida, la encontró, cómo no, en una franquicia de Dunkin Donuts. Los empleados llamaron a la policía y pronto la Justicia se hizo cargo de los Sabhnani.
Los abogados que defendieron a la pareja sólo pudieron esgrimir un argumento para justificar su sádico comportamiento: «Entre 2004 y 2005, la señora Sabhnani se sometió a una rigurosísima dieta. Pasó de 150, a 56 kilos… y se le agrió el carácter».
Arthur Spatt, el magistrado que juzgó el caso no tuvo piedad: «EEUU no puede permitir que esto pase». Y Varsha acató la sentencia con la hipocresía habitual de los profetas del buenismo. «Sólo quiero decir que fui enviada a este mundo para ayudar a todas las personas necesitadas».
LO DICHO Y HECHO
«Yo fui enviada a este mundo para ayudar a todas las personas necesitadas»
1962: Nace en la India. Se casa con Mehender Sabhnani, un joven emprendedor. Emigran a EEUU. 1980: Fundan Royal Mirage, una lucrativa empresa cosmética. 2004: Adelgaza 94 kilos en un año. 2005: Recoge a dos jóvenes inmigrantes ilegales indonesias a quienes esclaviza. 2007: Una de ellas escapa y la denuncia a las autoridades del país. 2008: Un tribunal la condena a 11 años de prisión y a pagar una indemnización de un millón de dólares.
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