sábado, 24 de enero de 2009

"IMPORT/ EXPORT " FILM DE ULRICH SEIDL , QUE PONE DE MANIFIESTO LA REALIDAD BIDIRECCIONAL DE LOS FLUJOS MIGRATORIOS





"Import / Export" por David López
27/11/2007 - 18:47

Estamos perdiendo nuestra humanidad. Lentamente olvidamos nuestro compromiso con la alteridad y convertimos al Otro en puro objeto que prácticamente podemos traducir en términos de economía de mercado. Ese panorama de insolidaridad e intolerancia subyace en el retrato certero y contundente que filma Ulrich Seidl en “Import / Export”, oportuno título que pone de manifiesto la realidad bidireccional de los flujos migratorios destinados en ambos casos al hallazgo de un futuro que para nada bebe de los sueños optimistas y los mundos perfectos de postal.

La gran mentira europea es el pretexto de Seidl para mostrarnos el infierno de las ruinosas colmenas que pueblan las afueras de las grandes urbes, la miseria espiritual del poder o el comercio indecoroso de cuerpos con el reclamo del sexo barato ahora que incluso somos capaces de vender nuestra alma. La prosperidad económica que la Europa comunitaria clama haber logrado parece dejar a su paso un escalofriante vacío existencial que poco a poco nos insensibiliza ante el Otro y ha terminado por levantar una infranqueable barrera entre los que forman parte del sistema y los que se hallan más allá de sus márgenes.

Por un lado, el viaje hacia el Oeste de Olga (Ekateryna Rak), una enfermera que carga con la responsabilidad de mantener a su bebé y a su madre en la gélida y desoladora Ucrania. Hastiada de los salarios vergonzosos y la explotación en el hospital en el que trabaja, e incapaz de afrontar un trabajo en una web pornográfica que ofrece espectáculos en directo para tipos sin escrúpulos, Olga decide marcharse a Austria donde una amiga le promete esa segunda oportunidad que anhela por propia supervivencia aunque ello signifique dejar algunas cosas atrás y adentrarse en una sociedad que desde un primer momento le plantea una barrera idiomática y cultural. Nadie está dispuesto a facilitar el camino y Olga descubrirá la cruda realidad del desprecio y la indiferencia de rostros que no la miran como a una igual sino que desde su llegada ejercen una actitud de superioridad que entronca perfectamente con ese estudio de la psicología del pueblo alemán durante el nazismo realizado con tanta lucidez por Erich Fromm. “Yo te contrato y te puedo despedir cuando quiera” le escrutan continuamente con la misma actitud del que en la mano de obra sólo ve a un grupo de esclavos. Austria no es la tierra prometida y éste no es un cuento de hadas. Pero Olga, cercana ya al abismo, encuentra un empleo como limpiadora en un geriátrico que finalmente tal vez le proporciona la salvación. En este limbo en el que la sociedad encierra a los que ya no pueden aportar nada, los no productivos, Seidl presenta a Olga como el último resquicio de fraternidad y esperanza, alguien cuyo trato con los pacientes dista por completo de la frialdad mecánica del personal del hospital.

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