jueves, 26 de febrero de 2009

SE BUSCA DELINCUENTE MUY HUMANO .

Se busca delincuente muy humano
Fernando ha empadronado ilegalmente a tres inmigrantes en su casa para que vayan al hospital
Público, OLIVIA CARBALLAR, 2009-02-26

Si Fernando Casares dijera realmente cómo se llama, probablemente hoy mismo tendría en su casa a un policía. Pero si además de revelar su verdadero nombre estuviera en vigor la nueva Ley de Extranjería, Fernando Casares, aparte del agente, se encontraría en el buzón de su casa con un buen paquete: una multa de hasta 30.000 euros. ¿Es Fernando Casares un delincuente? Su delito es ayudar a que Mohamed, Goli y George puedan ser atendidos en el hospital cuando estén enfermos. Aunque no viven con él, Fernando los ha empadronado en su domicilio para que tengan tarjeta sanitaria.
La nueva Ley de Extranjería prevé sancionar esta conducta, calificada como grave, con multas desde los 501 hasta los 10.000 euros por persona inscrita falsamente en el padrón municipal. Fernando es consciente de que su práctica es ilegal pero nadie, ni siquiera las leyes, le harán pensar que es ilegítima. Su experiencia con estas personas le arrastra, por encima de cualquier norma, a ayudarlas, a echarles una mano.

“En una ocasión, acompañé a uno de ellos al hospital porque una infección bucal le estaba causando un dolor de muelas monumental. No tenía tarjeta sanitaria y casi no le atienden, casi pierde los dientes. Otros ni siquiera se atreven a ir al médico por el miedo que tienen a ser expulsados”, cuenta. Sus compañeros de piso ficticios son tres chicos, de unos 30 años, procedentes de Malí. Llegaron a España hace un par de años creyendo que con el empadronamiento conseguirían regularizarse. “Les he explicado mil veces y en varios idiomas que eso no es así añade Fernando pero siguen pensando lo contrario”.

Mohamed, Goli y George están trabajando en el campo con identidades falsas. “Los inmigrantes que ya han conseguido permisos de trabajo y residencia alquilan su documentación temporalmente a estos otros extranjeros por 200 ó 300 euros, y aceptan esta explotación porque no tienen dónde caerse muertos”, asegura este hombre comprometido.

Información en sus países

Fernando es partidario de atajar el problema de la inmigración porque es “un drama terrorífico” y de endurecer las leyes, pero considera imprescindible explicarlas en los países de origen. “Hay que ir allí. Los pobres que están aquí no se van a volver. Por eso hay que ayudarles, aunque sea desde la desobediencia, bastante tienen con haber arriesgado su vida”, reflexiona. ¿Y qué hará Fernando Casares si finalmente la policía y el paquete llegan a su casa? “Me preocupa más que lleguen a casa de una amiga mía, a la que acabo de convencer para que empadrone a algunos inmigrantes más”.



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