El siempre polémico Boris Hoppek sorprende con cada una de sus muestras incluso a sus más acérrimos seguidores. Su obra es “única”, apelativo que se ha ganado a base de trabajar sobre un estilo muy personal, caracterizado por un trazo de línea sencillo que define a personajes bícromos, sexuados y provocadores que no dejan indiferente a nadie.
Ya sea mediante el dibujo, la pintura, sus populares bimbosculptures o sus instalaciones con cartón, plantea temas como el amor, el sexo, la lucha, el racismo o la inmigración con un lenguaje visual frecuentemente drástico que pone al espectador en situaciones incómodas
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