miércoles, 20 de mayo de 2009

LA INMIGRANTEZ PERMANENTE COMO MÉTODO

La inmigrantez permanente como método

La Vanguardia, Quim Monzó , 2009-05-20

Ayer Núria Escur entrevistaba en estas páginas a ese excelente actor que es Babou Cham. Sus respuestas eran realistas y sensatas, y demolían rutinas asumidas. El título de la entrevista era “¿Hasta cuándo eres inmigrante?” y pensé que es difícil responder a eso. No hay una única respuesta, pero sí una central: eres inmigrante hasta que las circunstancias te permiten dejar de serlo y tú, si quieres, las aprovechas. Si no quieres, no. Conozco a dos hermanos, nacidos en la provincia de Málaga, que son ejemplo claro de esa diferente voluntad. Uno de ellos, el mayor, dejó de ser inmigrante en cuanto pudo. Sus orígenes están allí, en Málaga, pero su voluntad de ser estuvo aquí en seguida. El otro, en cambio, aún ahora mantiene cierta distancia con el país en el que vive. Por su trabajo, a menudo está en contacto con políticos, y explica con orgullo que, cuando Pujol era president y a veces le decía que era catalán, él le replicaba: “No, president, yo soy malagueño”. Y es verdad: así como su hermano no tiene ninguna duda de que es catalán, él ha escogido ser inmigrante a perpetuidad. Ambos hermanos tienen derecho a ser lo que quieran, pero uno de ellos ha dado un paso que el otro no ha dado. No se puede decir que esa elección sea reflejo del modelo paterno, porque ambos son hijos del mismo padre y la misma madre y, por tanto, recibieron los mismos estímulos. ¿Qué ha hecho a uno decidir una cosa y a otro otra? La sensación de pérdida, las carencias, los temores… El cerebro es complicado.

¿Alguien pondría en duda el derecho de Najat el Hachmi de no sentirse inmigrante, de escribir de lo bueno, lo malo y lo mediocre de este su país? ¿Debería sentirse forastera? ¿Debería sentirse también forastero su hijo? ¿Y el hijo de su hijo? ¿Habría que cuestionar el calificativo de “escritora catalana” con el que la definen las enciclopedias? Soy hijo de andaluza y nunca me ha pasado por la cabeza no pensar que soy catalán. En cambio, ¿cuántos hijos de andaluza o de andaluz (o de ucraniana o de ecuatoriano) viven en este país decididos a no formar nunca parte completa de él, resueltos a mantener siempre cierta distancia, intentando incluso que sea el país quien se adapte (¡aún más!) a ellos? Hoy, en el planeta Tierra, muchas personas sienten que pertenecen a más de un lugar. Que son canadienses pero también italianos. Que son alemanes pero también iraníes. Eso es lo más normal del mundo. Yo me refiero a los que están dispuestos a ser cualquier cosa menos parte del país en el que morirán.

Que el inmigrante se perpetúe, que los hijos de inmigrantes continúen siéndolo y que la inmigrantez se transmita de generación en generación: ese es el sueño de muchos ideólogos. Manteniéndolos en grupos separados, creando recelos, así pueden manipularlos mejor.

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