¿QUE NOS JUGAMOS EN LAS ELECCIONES EUROPEAS?-
Artículo de opinión elaborado por el área de inmigración de la APDHA, 20 mayo 2009
Desde diversas instancias políticas nacionales y europeas se han venido lanzado mensajes de preocupación por el escaso interés social que despiertan los próximos comicios al Parlamento Europeo del 7 de junio.
Con la intención de contrarrestar esa apatía y evitar que se produzca una alta abstención, se han puesto en marcha campañas institucionales para hacer llegar al electorado europeo la importancia de las cuestiones que se dirimen en los organismos de la Unión Europea en general y en el Parlamento Europeo en particular. Coincidimos en que es una realidad que las decisiones tomadas en el ámbito de la Unión Europea tienen efectos directos de gran calado para la ciudadanía. Pero es en el análisis del contenido “ideológico” que se desprende de la publicidad institucional del Parlamento Europeo para estas elecciones, que en teoría exclusivamente fomenta la participación, donde nos podemos hacer una verdadera idea de la gravedad de lo que nos jugamos en estas elecciones europeas en materia de derechos fundamentales, especialmente en lo concerniente a políticas migratorias.
En la citada campaña (se puede consultar en la página oficial del Parlamento Europeo) se están distribuyendo carteles en lugares públicos con la siguiente imagen: el muro de piedra de una fortaleza junto al seto de un jardín, y bajo la imagen la pregunta “¿Cómo deben ser nuestras fronteras?”. Es decir, que las dos únicas alternativas que se le plantean a la ciudadanía europea para la gestión de las fronteras de la Unión es la “Europa fortaleza” (representada por el muro de piedra), basada exclusivamente en razones e instrumentos de seguridad y de protección ante la “avalancha de la inmigración” o las fronteras “coladero” (es el mensaje que parece transmitir el seto de jardín) a través de las cuáles la inmigración podría entrar de forma descontrolada a la Unión Europea.
Aparte de que sea radicalmente falso que tan sólo existan esas dos opciones a la hora de plantearnos cómo deben ser nuestras fronteras, ese cartel esconde que desde hace años la Unión Europea, por impulso de sus Estados Miembro (y con España a la cabeza en este ámbito), optó por la opción de la frontera-muro: el Acuerdo Schengen, la creación y el uso dado a “FRONTEX”, la “Directiva Retorno” y la aterradora cifra de casi 21.000 personas muertas en las fronteras europeas en los últimos 20 años son palmarios ejemplos de lo anterior.
Quizás podríamos pensar que esta interpretación que es posible que se infiera del cartel se debe tan sólo a una desafortunada elección de creativo publicitario. Desgraciadamente esa posibilidad se desmonta cuando nos adentramos en las argumentaciones desarrolladas en la misma página del Parlamento Europeo en el marco de una campaña institucional en la que, insistimos, se supone que tan sólo se intenta animar al electorado europeo a participar en las elecciones. El uso de términos con una connotación tan negativa como “inmigrantes ilegales”, el resaltar las consecuencias negativas que sobre el “mercado de trabajo” tiene la inmigración en situación documental irregular “…ya que puede crear distorsiones en la política salarial de los Estados Miembros…”, afirmar que una de las prioridades de la Unión es fomentar “…la afluencia de inmigrantes cualificados…” (es decir, fomentar la “fuga de cerebros” de los países empobrecidos) o culminar diciendo que “…otro de los pilares de la política migratoria comunitaria es el retorno de inmigrantes ilegales…” nos parece que nada tiene que ver con una aséptica llamada al voto en las elecciones europeas.
De lo expuesto se deduce que efectivamente nos jugamos mucho en las próximas elecciones europeas. Decidimos sobre qué Unión Europea queremos: la actual; la que aprueba “directivas retornos”, que nos amenaza con jornadas laborales de 65 horas, que se mantiene impasible -cuando no es directamente cómplice o incluso promotora- ante verdaderos genocidios como los de Congo o Gaza… o una Unión que se erija como referente mundial en la defensa de los derechos fundamentales (sociales, civiles y políticos), algo que en algún momento se soñó como posible.
Tras la última reforma de las instituciones europeas, el Parlamento Europeo ha ganado mucho peso al aumentar significativamente el número de materias que deben ser sometidas al proceso de “codecisión” y por lo tanto es necesaria la aprobación de la cámara, además de las de Comisión o Consejo. Queda en nuestras manos que se configure un Parlamento de la Unión que utilice su poder de “codecisión” para respaldar normas que nos deberían provocar sonrojo a todos/as los/as ciudadanos/as europeos/as, léase “directiva retorno”, o en cambio se convierta en un instrumento de regeneración democrática (en el más amplio sentido del término) de la Unión Europea.
COMENTARIO : CHAPÓOOOOOOOOOOOOOO
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