«Mejor no salir a la calle»
El Mundo, OLGA R. SANMARTÍN, 2009-05-29
Documentan 67 casos de persecuciones a inmigrantes, la mitad ocurrida después de que Rubalcaba pusiera fin a los cupos Madrid
«Me llamo Mustafá, tengo 24 años y soy de Senegal. Estaba en la puerta de la mezquita y, cuando iba a entrar, me pidieron la documentación y me intentaron llevar a comisaría. Como soy muy creyente les pedí que antes me dejaran entrar a rezar, a lo que los policías respondieron: ‘Tu Dios puede esperar’... y me llevaron».
A Mustafá le apresaron en Madrid el pasado 23 de marzo, un mes después de que el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, diera orden para que cesaran las redadas masivas e indiscriminadas puestas en marcha contra los sin papeles en varias ciudades españolas.
Pero la cacería no ha cesado. Al contrario. Se sigue produciendo «a diario» y cada vez de forma más inhumana. Lo denunciaron ayer dos ONG – la Asociación de Sin Papeles de Madrid y Ferrocarril Clandestino – , que han documentado 67 casos de ciudadanos que han sido víctimas de «controles selectivos racialmente orientados». La mitad de ellos ha tenido lugar después de que Rubalcaba supuestamente pusiera fin a estas prácticas. Al menos 10 han ido acompañados de malos tratos, según las ONG. «Nos aprietan las esposas, nos insultan y se burlan de nosotros. A algunos nos han golpeado. En comisaría nos encierran a muchas personas juntas, pasamos frío, apenas nos dan unas galletas…», enumeraba ayer en rueda de prensa el sin papeles Malik.
«Al llegar a la estación de Méndez Álvaro, me encontré con un control policial. Me detuvieron y me llevaron a la comisaría de Aluche. Me hicieron quitar toda la ropa y, así, desnuda durante media hora, nos insultaron a mí y a otras mujeres latinas que estaban a mi lado», relata la ecuatoriana María Luisa. Y añade el andino Juan, arrestado en una discoteca de la plaza Elíptica: «Al quejarme por el trato policial, pues, además de esposar a la gente, habían golpeado a un chico mexicano, uno de ellos me respondió que éste no era mi país, sino el suyo».
El Mundo, OLGA R. SANMARTÍN, 2009-05-29
Documentan 67 casos de persecuciones a inmigrantes, la mitad ocurrida después de que Rubalcaba pusiera fin a los cupos Madrid
«Me llamo Mustafá, tengo 24 años y soy de Senegal. Estaba en la puerta de la mezquita y, cuando iba a entrar, me pidieron la documentación y me intentaron llevar a comisaría. Como soy muy creyente les pedí que antes me dejaran entrar a rezar, a lo que los policías respondieron: ‘Tu Dios puede esperar’... y me llevaron».
A Mustafá le apresaron en Madrid el pasado 23 de marzo, un mes después de que el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, diera orden para que cesaran las redadas masivas e indiscriminadas puestas en marcha contra los sin papeles en varias ciudades españolas.
Pero la cacería no ha cesado. Al contrario. Se sigue produciendo «a diario» y cada vez de forma más inhumana. Lo denunciaron ayer dos ONG – la Asociación de Sin Papeles de Madrid y Ferrocarril Clandestino – , que han documentado 67 casos de ciudadanos que han sido víctimas de «controles selectivos racialmente orientados». La mitad de ellos ha tenido lugar después de que Rubalcaba supuestamente pusiera fin a estas prácticas. Al menos 10 han ido acompañados de malos tratos, según las ONG. «Nos aprietan las esposas, nos insultan y se burlan de nosotros. A algunos nos han golpeado. En comisaría nos encierran a muchas personas juntas, pasamos frío, apenas nos dan unas galletas…», enumeraba ayer en rueda de prensa el sin papeles Malik.
«Al llegar a la estación de Méndez Álvaro, me encontré con un control policial. Me detuvieron y me llevaron a la comisaría de Aluche. Me hicieron quitar toda la ropa y, así, desnuda durante media hora, nos insultaron a mí y a otras mujeres latinas que estaban a mi lado», relata la ecuatoriana María Luisa. Y añade el andino Juan, arrestado en una discoteca de la plaza Elíptica: «Al quejarme por el trato policial, pues, además de esposar a la gente, habían golpeado a un chico mexicano, uno de ellos me respondió que éste no era mi país, sino el suyo».
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