Triunfo de los indocumentados
Sergio Muñoz Bata. Columnista de EL TIEMPO.
Un acto de ilegalidad -haber entrado sin documentos al país- no invalida los derechos de los indocumentados.
Fuera de Pennsylvania es poco probable que haya quien reconozca el nombre de Hazleton, un pueblo de unos 30.000 habitantes a 200 kilómetros al oeste de la ciudad de Nueva York. En Estados Unidos tiene cierta fama por una xenofóbica ordenanza que amenazaba con multar a caseros que rentaran viviendas a trabajadores indocumentados y a los patrones que los contrataban.
Su insignificancia, sin embargo, podría cambiar si un importante fallo del juez federal James M. Munley llegara a sentar precedente y si ese fuera el caso, aguantando la náusea, quizá tendríamos que agradecer la perversidad del alcalde Louis J. Barletta por su colaboración involuntaria a la causa de los inmigrantes.
Lo que Munley dictaminó es que los gobiernos estatales y locales no pueden usurpar las funciones del gobierno federal en asuntos migratorios. También falló que la ordenanza viola la Enmienda 14 de la Constitución, según la cual ningún Estado podrá negar a persona alguna la protección equitativa de las leyes. Es decir, que un acto de ilegalidad (haber entrado sin documentos al país) no invalida los derechos de los indocumentados.
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