Aprobada hace tres meses y en vigor desde hoy, la nueva ley portuguesa de extranjería tiene más detractores que adherentes, a pesar de que simplifica los trámites de naturalización.
Con 10,2 millones de habitantes, Portugal cuenta con una de las tasas de residentes extranjeros más altas de Europa (unos 600 mil), según organizaciones no gubernamentales. De ellos, 420 mil tienen una situación regular.
La principal crítica a la nueva norma es que muchos de los extranjeros son legales a los efectos del fisco, porque pagan impuestos, pero siguen siendo clandestinos ante la ley.
También se le imputa a la normativa ser abstracta y poco precisa, y de fortalecer el poder discrecional del Servicio de Extranjeros y Fronteras (SEF).
El nuevo régimen define las condiciones y procedimientos de entrada al país, permanencia, salida y expulsión de extranjeros, así como el estatuto de la residencia de larga duración.
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