Me levanto cada mañana y consulto los periódicos en Internet. La pantalla de mi ordenador no arroja sino malas noticias. El paro avanza como un tren desbocado, la gente normal no tiene para pagar sus hipotecas y se ahoga lentamente entre facturas, recibos, cuotas y deudas. Las tarjetas que echaban humo a principios de enero exigen su sacrificio humano y hay un señor que quiere pegarse fuego delante de un Ayuntamiento porque éste no le abona lo que le debe. Mientras tanto, los políticos de allá se espían unos a otros y los de aquí se enredan y tropiezan una y otra vez en sus propias mentiras.Arranca este calimoso febrero de carnaval que pese a sus 28 días y su pinta de modosito se presenta largo, tedioso y todo un coñazo de deflaciones, índices bursátiles y más malas noticias en forma de tecnicismos económicos que nadie entiende. Bueno, como enero y como diciembre y noviembre y de ahí para atrás. Que menuda temporadita llevamos con las cosas del comer.
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