lunes 26 de abril de 2010
PAÑUELO SI, PAÑUELO NO ¿ESA ES LA CUESTIÓN?
Quienes creemos firmemente en la Democracia y luchamos para que nuestras sociedades se transformen en espacios inclusivos, nos sentimos cruelmente decepcionados con algunas de las posturas que en estas semanas se están expresando.
Me pregunto si realmente, el debate sobre el pañuelo de la mujer musulmana en la escuela es el interés real y prioritario de estas manifestaciones. De alguna u otra manera, se están poniendo al descubierto ciertos tintes discriminatorios y por qué no decirlo, el preludio de una tímida islamofobia, reflejo y contagio de la ya existente en Europa.
La islamofobia, que no es otra cosa que el miedo irracional, en este caso al Islam, se alimenta del temor a lo desconocido, o lo que es peor, a la asociación de determinadas prácticas y tradiciones que nada tienen que ver con el Islam y que ponen en tela de juicio el respeto a los derechos fundamentales de las mujeres musulmanas.
Uno de los argumentos principales que se están esgrimiendo en este debate nacional, no es el referido en sí al uso de ?símbolos religiosos? dentro de la escuela sino, el supuesto significado del hiyab. Así, el postulado de la mayor parte de la sociedad (no musulmana), es la de considerar esta prenda como un símbolo de subordinación y discriminación de la mujer, y por ende, debe ser suprimido.
La cosmología islámica es clara en defender que cualquier acto de fe (como lo es el uso del hiyab) incumbe exclusivamente al individuo, sin que absolutamente nadie pueda entrar a preguntar, recriminar y/o cuestionar su ejercicio. De igual forma, la Constitución española, en el segundo punto del artículo 16, deja claro que ?Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias?.
Desde este punto de vista, que el pañuelo de las mujeres sea copado en la esfera pública y se genere un debate colectivo, no hace sino vulnerar un derecho fundamental como lo es el de la intimidad, en el que una vez más, las mujeres somos objeto pasivo de estudio y no sujetos activos de participación.
Las mujeres musulmanas ¿tendremos algo que decir al respecto?, ¿tenemos capacidad para utilizar nuestro legítimo derecho a la libertad de expresión? Evidentemente sí, puesto que quienes luchamos en el día a día por generar sociedades participativas y basadas en el respeto democrático, creemos firmemente que nuestras opiniones, como la de los demás, deben estar consideradas como el resto de la ciudadanía. Simplemente, porque las mujeres musulmanas, también formamos parte de esta sociedad.
Imaginemos por un momento, de manera hipotética, que esto fuera cierto, que verdaderamente el pañuelo fuera un símbolo de opresión hacia la mujer. ¿No sería lógico que fuese el propio colectivo de mujeres musulmanas que reivindicase su supresión? ¿O es que acaso, se cree que las mujeres musulmanas somos seres inútiles, ?cuerpos sin cabeza?y sin capacidad racional?
Una vez más, emergen determinados postulados paternalistas que quieren venir a poner voz a quienes ya la tienen, abanderando una cuestión que no les afecta en primera instancia. Parece que vuelve a abrirse el baúl de los recuerdos, rescatando las mismas argumentaciones coloniales de antaño que defendían los valores ?europeos? como los válidos y universales. Quienes intentan defender la causa de las mujeres musulmanas, acallando sus voces, no hacen sino repetir un esquema hegemónico de imposición que nada tiene que ver con el sistema democrático y con el respeto a la diferencia que desde nuestras leyes se están proclamando.
Somos nosotras, las mujeres musulmanas, quienes tenemos que crear nuestras propias agendas y priorizar cuestiones que verdaderamente son importantes. Precisamos empoderar al género femenino musulmán, ocupar el espacio público, alcanzar puestos de decisión y por encima de todo, universalizar la educación, porque es nuestro derecho como mujeres y nuestro deber como musulmanas.
¡Eso es lo verdaderamente importante! Que se haga con pañuelo o sin él, es lo de menos, urge preservar nuestro legítimo derecho a defender nuestras convicciones y poner en práctica, con total libertad, nuestras creencias, también en el espacio público. Porque lo público no puede separarse de lo privado.
M. Laure Rodríguez Quiroga
Presidenta de la Unión de Mujeres Musulmanas de España y Directora de la Consultora Social e Intercultural Torre de Babel
UNION DE MUJERES MUSULMANAS DE ESPAÑA
C/Anastasio Herrero nº 3 Bajo
(0034)91 521 40 74
info@umme.es
www.umme.es
PAÑUELO SI, PAÑUELO NO ¿ESA ES LA CUESTIÓN?
Quienes creemos firmemente en la Democracia y luchamos para que nuestras sociedades se transformen en espacios inclusivos, nos sentimos cruelmente decepcionados con algunas de las posturas que en estas semanas se están expresando.
Me pregunto si realmente, el debate sobre el pañuelo de la mujer musulmana en la escuela es el interés real y prioritario de estas manifestaciones. De alguna u otra manera, se están poniendo al descubierto ciertos tintes discriminatorios y por qué no decirlo, el preludio de una tímida islamofobia, reflejo y contagio de la ya existente en Europa.
La islamofobia, que no es otra cosa que el miedo irracional, en este caso al Islam, se alimenta del temor a lo desconocido, o lo que es peor, a la asociación de determinadas prácticas y tradiciones que nada tienen que ver con el Islam y que ponen en tela de juicio el respeto a los derechos fundamentales de las mujeres musulmanas.
Uno de los argumentos principales que se están esgrimiendo en este debate nacional, no es el referido en sí al uso de ?símbolos religiosos? dentro de la escuela sino, el supuesto significado del hiyab. Así, el postulado de la mayor parte de la sociedad (no musulmana), es la de considerar esta prenda como un símbolo de subordinación y discriminación de la mujer, y por ende, debe ser suprimido.
La cosmología islámica es clara en defender que cualquier acto de fe (como lo es el uso del hiyab) incumbe exclusivamente al individuo, sin que absolutamente nadie pueda entrar a preguntar, recriminar y/o cuestionar su ejercicio. De igual forma, la Constitución española, en el segundo punto del artículo 16, deja claro que ?Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias?.
Desde este punto de vista, que el pañuelo de las mujeres sea copado en la esfera pública y se genere un debate colectivo, no hace sino vulnerar un derecho fundamental como lo es el de la intimidad, en el que una vez más, las mujeres somos objeto pasivo de estudio y no sujetos activos de participación.
Las mujeres musulmanas ¿tendremos algo que decir al respecto?, ¿tenemos capacidad para utilizar nuestro legítimo derecho a la libertad de expresión? Evidentemente sí, puesto que quienes luchamos en el día a día por generar sociedades participativas y basadas en el respeto democrático, creemos firmemente que nuestras opiniones, como la de los demás, deben estar consideradas como el resto de la ciudadanía. Simplemente, porque las mujeres musulmanas, también formamos parte de esta sociedad.
Imaginemos por un momento, de manera hipotética, que esto fuera cierto, que verdaderamente el pañuelo fuera un símbolo de opresión hacia la mujer. ¿No sería lógico que fuese el propio colectivo de mujeres musulmanas que reivindicase su supresión? ¿O es que acaso, se cree que las mujeres musulmanas somos seres inútiles, ?cuerpos sin cabeza?y sin capacidad racional?
Una vez más, emergen determinados postulados paternalistas que quieren venir a poner voz a quienes ya la tienen, abanderando una cuestión que no les afecta en primera instancia. Parece que vuelve a abrirse el baúl de los recuerdos, rescatando las mismas argumentaciones coloniales de antaño que defendían los valores ?europeos? como los válidos y universales. Quienes intentan defender la causa de las mujeres musulmanas, acallando sus voces, no hacen sino repetir un esquema hegemónico de imposición que nada tiene que ver con el sistema democrático y con el respeto a la diferencia que desde nuestras leyes se están proclamando.
Somos nosotras, las mujeres musulmanas, quienes tenemos que crear nuestras propias agendas y priorizar cuestiones que verdaderamente son importantes. Precisamos empoderar al género femenino musulmán, ocupar el espacio público, alcanzar puestos de decisión y por encima de todo, universalizar la educación, porque es nuestro derecho como mujeres y nuestro deber como musulmanas.
¡Eso es lo verdaderamente importante! Que se haga con pañuelo o sin él, es lo de menos, urge preservar nuestro legítimo derecho a defender nuestras convicciones y poner en práctica, con total libertad, nuestras creencias, también en el espacio público. Porque lo público no puede separarse de lo privado.
M. Laure Rodríguez Quiroga
Presidenta de la Unión de Mujeres Musulmanas de España y Directora de la Consultora Social e Intercultural Torre de Babel
UNION DE MUJERES MUSULMANAS DE ESPAÑA
C/Anastasio Herrero nº 3 Bajo
(0034)91 521 40 74
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1 comentario:
La mejor opinión que he visto en todo este tema. Nada más que decir.
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