A SUS SEIS años, Santiago y Sebastián, llegados de Ecuador con sus padres, han conseguido que en Lorcha (Alicante) no echen el cierre al colegio. Los pueblos ofrecen una «dote» a familias con hijos
JAVIER GÓMEZ
SANTIAGO Y SEBASTIÁN. Estos hermanos, nacidos en Ecuador, son dos de los 608.040 alumnos inmigrantes que han iniciado estos días su curso escolar. El porcentaje de extranjeros en la Educación española es del 8,4%, diez veces más que hace una década. / ERNESTO CAPARRÓS
Remontando la zigzagueante comarcal CV-701, en plena montaña de Alicante, no cabe preguntarse qué hay después de Lorcha. Más allá de Lorcha no hay nada. Esta localidad coqueta y menuda de 735 habitantes lucha, como tantas otras motas del mapa de España, por no convertirse en un páramo. Seguir existiendo pasa por salvar la escuela. Y los dos héroes de bolsillo que lo han permitido se llaman Santiago y Sebastián, tienen 6 años («y medio», apostillan al unísono), entienden el valenciano a la perfección y nacieron en Ybarra, al norte de Ecuador.
Perder el colegio hubiera sido una sentencia de muerte. Otros pueblos cercanos han caminado también por el filo y todos se han librado de la guillotina de la misma manera: atrayendo a familias inmigrantes, dispuestas a implantarse en nuestros campos, más mustios y envejecidos, a cambio de una dote.
«Es necesario ofrecerles algo. Se les ayuda a buscar casa y se les abona hasta un 40% del alquiler a través de la Generalitat. Vienen para ocupar empleos que nos faltan o se les proponen concesiones municipales. A cambio, pedimos que sean jóvenes y con hijos», explica Guillermo Moratal, alcalde de Lorcha.
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