martes, 16 de octubre de 2007

PRESENTACIÓN DEL LIBRO "EL TELEMACO . EL ÚLTIMO VIAJE " LA GOMERA - VENEZUELA



Presentación del libro EL TELÉMACO. EL ÚLTIMO VIAJE en San Sebastián de La Gomera.
Al acto asistieron el autor del libro, el director de Editorial Globo (Manuel Mora Morales), el Viceconsejero de Emigración del Gobierno de Canarias (Moisés Plasencia Martín), la respresentante de la Dirección General del Libro del Gobierno de Canarias, el Cónsul de Venezuela (Jesús Sevilla Toledo) y la Concejal de Cultura del Ayuntamiento de San Sebastián (María Esther Hernández).
El Director de Editorial Globo pronunció las siguientes palabras:
Para la Editorial Globo y para mí, a título personal, supone una alegría compartir la presentación de esta nueva obra sobre el Telémaco, en San Sebastián de La Gomera.

"El Telémaco. El último viaje" es un libro que ha sido financiado con capital privado por la Editorial Globo, con una reducida aunque bien acogida colaboración económica por tarte de la Dirección General del Libro del Gobierno de Canarias. En la editorial estamos muy satisfechos de haber tenido la capacidad de afrontar su publicación.

El Telémaco ---todos lo sabemos-- representa para La Gomera --es decir, para la mayoría de los habitantes de la isla-- mucho más que ningún otro barco que haya arribado a estas costas en cualquier momento de su historia. Más que los correíllos negros y los blancos, más que los barcos de Juan de Bethencourt o de Pedro de Vera e, incluso, más que las naves de Cristóbal Colón. Porque la historia de la travesía del Telémaco es una metáfora rotunda de la historia de La Gomera, el espejo que mejor nos refleja. Por esa razón, y no por otra, los gomeros nos hemos pasado más de medio siglo hablando de esta nave hasta convertirla en un mito, sin llegar a ser del todo conscientes de las razones de tanta fascinación.

La falta de agua y de alimentos, las esperanzas y las desesperanzas, las papas podridas, el gofio con gusanos, las míseras ayudas del petrolero "Campante" y hasta las tempestades y las buenas gentes de la isla Martinica tienen su reflejo fiel en nuestra historia insular. Por razones obvias de tiempo, no voy a extenderme en analogías, pero no hace falta una reflexión muy profunda para encontrar las similitudes a que me refiero. Solamente señalaré que nosotros, los gomeros actuales --que al fin y al cabo, no somos otra cosa que la espuma de nuestra historia--, que los gomeros, digo, de igual manera que aquel viejo motovelero, finalmente, hemos arribado a la Venezuela de nuestros sueños, a nuestra Ítaca, es decir, a nuestro actual sistema democrático, y encontrado en él buenas dosis de progreso y de libertad.

De ahí la importancia que tiene renovar la metáfora del Telémaco cada cierto tiempo. De respigar los datos y las memorias, como antes se recogían las últimas espigas en los trigales ya segados. De prestarle una mirada nueva y avivar su memoria para no olvidar jamás de qué pozos salimos y cuánto nos ha costado llegar hasta donde estamos.

Cuando tengan oportunidad, miren despacio los rostros a bordo del Telémaco, fíjense en las fotos que aparecen en este libro, realizadas por Fortunato Armas.

Incluso, a los que ya tenemos cierta edad y conocimos muchas caras parecidas, cinceladas en la marginalidad y en la miseria de nuestros campos, sí, incluso a los más duros de nosotros, nos impresiona mirarlas, porque de alguna manera nos sentimos vinculados a aquella época oscura. Tenemos zonas de nuestro espíritu que están indeleblemente tiznadas por ella. Ahora, todos, viejos y jóvenes, somos sobrevivientes de ese pasado que fue tan miserable: no por falta de dinero ni de lujos, sino por escasez de dignidad, de libertad y de cultura. Unas ausencias que nos impedían darnos cuenta cabal de las tinieblas que encarcelaban nuestros corazones.

Esta ha sido una de las razones que me han impulsado a la publicación de este libro, escrito por Ángel Suárez. Podría haberles contado las vicisitudes y el arduo camino que recorrió la obra desde que tuve noticias de ella hasta que se convirtió en libro encuadernado. Pero he considerado más significativo decirles qué impulsa a un editor a embarcarse en ciertos proyectos que, en términos netamente económicos, e incluso en los que no lo son, producen más pérdidas que ganancias.

Y esta es la hora de dar por bueno cualquier esfuerzo realizado.
Hemos puesto a navegar un nuevo libro y aquí estamos festejando su nacimiento, seguros de que se trata de una obra necesaria para las viejas y las nuevas generaciones. Porque seguimos necesitando luces, faros culturales que nos permitan trazar de manera adecuada los nuevos caminos. Y es bueno que muchos de esos fanales emerjan del pueblo, de los ciudadanos de a pie que consideran que tienen algo que contarnos. Como Ángel Suárez Padilla, como su obra "El Telémaco. El último viaje".

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